García Lorca y el Hotel España
Constata Isabel García Lorca en su obra “Recuerdos Míos” que pasaban los veranos desde el año 1923/24-1935 en Lanjarón, y vivían en el Hotel España, que era el mejor y el que estaba más cerca del Balneario de Lanjarón.
Describe a Lanjarón como «un lugar maravilloso rodeado de castañares y diminutas huertas donde se criaban verduras y frutas como no las ha vuelto a comer».
«Comienzan a venir a que su madre tomara el agua de Capuchina que era buenísima para el hígado y la hepatitis». También le daban con una «manguera a presión» que, según ella, «le daban la vida«.
En el Hotel
Sus estancias fueron, en la mayoría de las ocasiones, las habitaciones 207 y 207B formada por dos habitaciones y una gran terraza desde donde se divisaba en los días claros hasta la raya azul del mar, un ambiente idílico para inspirarse en algunos de los romanceros gitanos. Por las noches había baile y Federico amenizaba la velado tocando el piano.
Federico se hizo amigo de la muchacha que limpiaba su habitación compadeciéndola por las voces que le daba la dueña. Ella le decía “Ay, nus tiene loquitas”, una expresión que terminaron por utilizar todos en sus conversaciones diarias.
Desde el hotel escribía a sus amigos como a Sebastián Guash, Antonio de Luna Garcia, Ana Dalí y se reunía alrededor del piano con Manuel de Falla. Aquí se proyectó parte de la Revista «El Gallo», «Reyerta de Mozos», ”La Casada infiel” basándose en hechos reales ocurridos en un cortijo cercano, y muchos otros escritos.
Por las mañanas
Acompañaban a su madre todas las mañanas a darse sus tratamientos. Mientras se dedicaban a tomar la variedad de aguas que brotaban en los manantiales del Balneario de Lanjarón y con tal trajín tenían que escaparse corriendo al baño con la excusa de que se había caído una monja.
Cuando acababan se dirigían a probar los memorables «buñuelos» que se hacían y que se siguen haciendo, los más ricos que han probado en su vida.
Su padre mientras se quedaba leyendo la prensa en la terraza porque se estaba muy agradable.
Federico acudía a las tertulias, en las que era punto fijo y muy querido, donde acudía un grupo increible de gente muy lejana en todo, en la que también había curas.
Pasaban buenos ratos en la piscina del Balneario que en aquellos tiempos sólo era para señoras.
Por las tardes
Por las tardes daban grandes paseos por los montes a unos sitios increíbles, teniendo un especial recuerdo del valle del Gayombal. Un valle muy cerrado de piedra gris, con rocas enormes, lleno de gayombas y en lo alto una tira de cielo añil inolvidable.
Cuando las excursiones tenían mucho recorrido utilizaban recuas de caballos.
También hacían numerosas visitas a la Alpujarra en automóvil llegando a conocerla muy bien. Federico se admiraba continuamente de la belleza del paisaje y les llamaba la atención a los demás para que no dejaran de disfrutar del mismo.
El más juvenil de sus secretos
Su secreto se llamaba Mª Luisa Natera Ladrón de Guevara y se conocieron en el Balneario….
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